Las denuncias y quejas de las posibles compras de cédulas

 

La compra de cédulas el día de las elecciones, es una práctica habitual en nuestro país. Muchos políticos y todos los partidos que han tenido aspiraciones considerables de ganar lo han hecho, seguirán o tratarán de seguir haciéndolo y de ahí que dirigentes de partidos con posibilidades de obtener el triunfo, se quejan y denuncian la posible ocurrencia de esta conducta.

La compra de cédulas, ha sido tan groseramente evidente y una práctica tan concurrente, que el Legislador, político al fin, y por ende, sujeto activo, directa o indirectamente, de esa conducta, no insertó en las normativas electorales actuales, supuestos de hecho que establezcan, sin comprometer el principio de legalidad, que “quien compre cédulas días previos y el mismo día de las elecciones comete el crimen o delito electoral, sancionado con una pena determinada”. Espero que la justificación en no tipificar esa conducta, esté en una omisión de forma y no en el dicho de que “nadie afila cuchillo para su propia garganta”.

Sin embargo, esos mismos políticos que denuncian y se quejan anticipadamente, no por ser videntes, pero sí por que tienen conocimiento pleno de las posibles compras de cédulas; y aquellos que aun sabiendo que lo hacen y seguirán haciendo, aunque lo nieguen, deben entender y estar preocupados por los posibles episodios violentos y desafortunados, que pudieran estar ocurriendo de manifestarse esta práctica.

Varios son los aspirantes que en medios de comunicación lo han dicho; decenas, los que en actividades públicas lo dicen, y cientos de seguidores lo reproducen e incluso, han creado “grupos” para que accionen contra quienes sean vistos ejerciendo esa práctica, en otras palabras, los estarían enfrentando, y por vía de consecuencia, en el más leve de los casos, cometiendo vías de hecho y en el peor, la agresión física.

Todo lo anterior debe ser motivo de preocupación para la población dominicana, y por demás, de mayor interés para la Junta Central Electoral, Procuraduría General de la República, Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, ya que en ellos descansa no solo procurar que las venideras elecciones municipales pasen sin mayores inconvenientes que lamentar, sino también, porque ellos como entes públicos, están llamados a guardar la paz y armonía de toda la sociedad.

Debemos reconocer que las libertades son el estandarte de las democracias, y que solo cuando éstas se respetan y se hacen inexistentes las coacciones, las limitaciones y las injerencias en nuestra voluntad por parte de quienes nos gobiernan o nos quieren gobernar, es que los pueblos alcanzan la paz, el progreso y la prosperidad.

De la misma forma, el ciudadano debe ejercer con plenitud sus derechos y deberes; VOTAR, es un derecho y a la vez un deber, y es por tanto que se deben quitar y castigar los obstáculos y seducciones propias de los pueblos pobres y esclavizados, lo cual es el producto del accionar de su clase política, y por tanto se debe dejar VOTAR LIBREMENTE.

Para tener una idea de lo importante que es permitir el voto libre y evitar las prácticas de compras de voluntades, muy específicamente, la compra de cédulas, el legislador de antaño estableció que “Todo ciudadano que, en las elecciones, hubiere comprado o vendido un sufragio, cualquiera que sea su precio, sufrirá la pena de inhabilitación para cargos y oficios públicos, desde uno hasta cinco años y multa de diez a cien pesos. El comprador del sufragio y su cómplice serán condenados a una multa que pagarán cada uno por sí, cuyo monto se elevará al duplo del valor de las cosas recibidas u ofrecidas. Si este valor no pudiere determinarse, la multa será de diez a cien pesos” (Art. 113 CPD).

En consideración al párrafo anterior, si la represión a la conducta de coartar el derecho al voto mediante la compra de la cédula viene desde siglos pasados, entonces, en estos tiempos de modernidad y de Estados Constitucionalistas, quienes deben, y somos todos, procuremos no hacerlo y evitar que se haga.

 

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